sábado, 21 de mayo de 2011

REVISTA ALCONÉTAR – M,ARZO-ABRIL 1992 – Nº 161 - OPINIÓN - . “¿CONTINUA EL CARNAVAL O ES PREÁMBULO DE LAS FIESTAS DE AGOSTO?. LA SEMANA SANTA GARROVILLANA

Extracto del saludo del Excmo. Sr. Obispo de la Diócesis de Coria-Cáceres, Don Ciriaco Benavente Mateos, en la “Guia de la Semana Santa Cacereña 1992”

“En la Semana Santa, los cristianos celebramos los misterios centrales de nuestra fe: la pasión, la muerte y resurrección de nuestro señor Jesucristo. Desde el Domingo de Ramos hasta el estallido jubiloso del alleluia pascual vamois a vivir, concentrado en la densidad de unos pocos días, todo el misterio, que luego, a lo largo del año, irá desplegando la liturgia en las fiestas del Señor y de la Virgen, en le triunfo de los Santos. Pero lo que rememoramos sacramentalmente en la Liturgia – acción sagrada por excelencia, con eficacia no igualado por ninguna otra acción de la Iglesia (s.c.7) – salta también al exterior de nuestros templos desbordando la densa austeridad de los ritos, se viste de ropaje popular en los múltiples desfiles procesionales que recorren nuestros pueblos y ciudades. La teología sale a la calle, se hace expresión plástica, penetra por los sentidos, toca el corazón. Liturgia y paraliturgia son como flujo y reflujo que mutuamente se enriquecen para acercarnos al misterio redentor que salva el mundo”

Extracto del saludo del Illmo. Sr. Alcalde de Cáceres, D. Carlos Sánchez Polo, en la guía citada anteriormente.

“Atrás quedó la fiesta de carnaval, con sus ruidos y alborotos. Ahora tenemos por delante una celebración de signo bien distinto: La Semana Santa Cacereña. Yo, desde aquí invito a que cada uno la viva de acuerdo a su conciencia y a sus creencias personales”.

Estos párrafos están extraidos, como se ha dicho, de los saludos del Sr. Obispo y del Sr. Alcalde en la “Guia de la Semana Santa Cacereña de 1992”, editada por la Unión de Cofradías Cacereñas, por cierto, realizadas con una calidad en su información y un gusto en su presentación exquisitos.

En estos párrafos se detalla muy bien, por parte del Sr. Obispo, la significación que tiene la Semana Santa dentro del Cristianísmo, y por parte del Sr. Alcalde de cáceres, cuál debe ser el comportamiento de cada individuo dentro de la misma. Recordamos: “invito a que cada uno la viva de acuerdo a su conciencia y a sus creencias personales”.

Yo, sin querer entrar dentro de la conciencia de nadie, simplemente quiero hacer una valoración de lo que para mi opinión es el significado que tiene la Semana Santa, o mejor dicho, lo que creo que es el sentir, bastante generalizado después de haberla vivido varios años. Y de ahí el título que encabeza esta carta, de estas reflexiones mias.

La forma de vivir la Semana Santa en nuestro pueblo no es, ni mucho menos, ejemplo para nadie, y mucho menos para nuestros menores y visitantes, de cómo se deben vivir estas fechas. No quiero herir la susceptibilidad de nadie, pues se ha de quedar bien claro que cada cual está sujeto a su propia conciencia; Pero también es cierto que cada uno debemos respetar las crencias personales de los demás, y eso es precisamente lo que yo pienso que no hacemos, unas veces unos y otras veces otros; pero de lo que no se libra casi nadie.

Dice el Sr. Obispo:
“La teología sale a la calle, se hace expresión plástica, penetra por los sentidos, toca el corazón. Liturgia y paraliturgia son como un flujo y reflujo que mutuamente se enriquecen para acercarnos al misterio redentor que salva al mundo”.

Si comparamos estas palabras con lo que verdaderamente sucede, como es por ejemplo en la procesión del Jueves Santo por la noche, nos damos cuenta de que se produce totalmente lo contrario: No se puede consentir que algunas personas de las que se apuntan como “costaleros” blasfemen durante el transcurso del desfile procesional; No se puede concebir un “costalero” mermado de sus facultades físicas y mentales como consecuencia de algún tipo de droga, generalmente, alcohol; No se puede consentir que alguno de los “pasos”, en vez de ser un pasaje de la Pasión de Cristo, parezca un carro de los toros, donde lo único que falta son los cánticos y la sandía, porque, por supuesto, la bebida no ha de faltar. Estos “costaleros” voluntarios están por que han de cumplir con fulanito o con menganito y no se dan cuenta de que lo único que se consigue es hacer el ridículo y además desprestigiar de alguna forma a los propietarios del “paso” en cuestión, y yo pienso que si tiene que ser así, que se salga de “costalero” porque hay quecumplir con fulanito, de mala gana; O simplemente se sigue sacando un “paso” por una tradición de familia, por ejemplo. Pienso que es mejor que estos “pasos” se queden en la iglesia, en sus pedestales, pues de lo contrario, lo único que se adelanta es que nuestros jóvenes y niños capten esa desilusión, esa falta de respeto, y en absoluto estos actos les penetre por los sentidos y les llegue al corazón, como dice el Sr. Obispo que es, y debe ser.

Por otra parte, fieles comparsas de lo anteriormente expuesto somos algunos otros cuando nos ponemos el traje de capuchón o cuando asistimos como espectadores de las procesiones en su recorrido. No se puede consentir al típico capuchón de charla con sus amigos o familiares en plena carrera procesional; Menos aún se puede consentir al capuchón bajo los efectos del alcohol – individuo muy de moda los últimos años-; No se puede consentir al espectador llamando la atención del capuchón, amigo o familiar suyo; no se puede consentir el que haya gente que aproveche la carrera procesional para la cháchara, y aquí tocamos un tema bastante anecdótico y bastante grave, bajo mi punto de vista, pues muchas veces el tema de conversación es que fulanito no ha venido a la procesión, quedándose en el bar, o que menganita se ha quedado en la discoteca. ¡Que valor!. Sin embargo, fulanito y menganita tienen bajo mi punto de vista mas educación que toda esta gente que hemos venido enumerando, que, por supuesto, hoy puedo ser yo y mañana tú, lector. Porque estas personas están viviendo estas fiestas de acuerdo con su conciencia y sus creencias personales, sin ir a hacer el ridículo a ninguno de estos actos religiosos.

Para terminar esta carta y saliendo un poco de estas reflexiones morales me gustaría desde aquí animar y a la vez emplazar a todas las personas que cada año se encargan de la organización de los actos de Semana Santa para la creación de una Unión de Cofradías Garrovillanas pues creo que ayudaría bastante a solucionar algunos de estos problemas expuestos anteriormente y a la vez intentar dar una mayor vistosidad y sincronización a estos actos procesionales para que nuestra Semana Santa pueda ser motivo de orgullo para todos los garrovillanos.

Lázaro Del Barco Pizarro

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